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Barro a Secas: Diecinueve vicuñas y un cóndor

Monday, March 20, 2006

Diecinueve vicuñas y un cóndor

La micro rural para por 5 minutos en frente del cerro del fraile con su cumbre rosada, y yo alcanzo a contar 19 y 1, de a de veras, salvajes, como la llareta que piso y el aire apenas apto para pastorear.

El camino de Iruya a Humahuaca son 3 horas de cuesta, sol y ganado, más continuas detenciones para recibir a pasajeros que hacen parar al colectivo en medio de la nada.

Una montonera de niños quechuas muy callados repletan el bus, pero no emiten un sonido. Le pregunto a una madre (benditos conquistadores españoles que nos trajeron su idioma) si los niños acá son siempre tan callados. "No crea, en la casa son terribles, lo que pasa en que con la gente se ponen tímidos".

La gente como yo, y el mexicano que habla con una pareja de lesbianas porteñas sobre cine argentino, y muchos turistas argentinos, que ahora no les queda otra que visitar su país, y una española que discute con una isarelí sobre las pensiones para la vejez.

El camino es empinado, pregunto a otra chica quechua, con reflejos rubios, si acaso aquí llueve. Me dice que si, que este viernes hubo tormenta y el camino (que es de tierra) se cortó. Este viernes!!!, y trato de no asomarme mucho a la ventana, aunque es difícil, porque todo afuera es espléndido, y por nihilista que uno sea, el instinto de conservación sigue funcionando.

Y mañana martes? a Bolivia. Si, Butch Cassidy, vamos a Bolivia. Y no sé que esperar, no tengo la más absoluta idea.

3 Comments:

Blogger aprendiz said...

- a Pablo le visitaron inesperadamente dos amigas y debí salir corriendo a ponerme pantalones. Chicas cordiales sin duda, interesantes, algo de guapas y nerviosas.
Después me de enterar que se trataba de dos niñas que trajeron de regalo a Pablo dos llamas, pareja según dijeron, que compraron a sus dueños conmovidas por el precario estado en que se encontraban. Y como a Santiago no sería justo llevarlas, nos la dejaron en nuestro jardín. Ahora somos pastores también.

- estando en Bolivia una vez, para carnaval, un chico chileno que conocí en el micro a Tiahuanaco no me dejo de hablar de Coroico, una localidad surrealista mágica en la zona del Beni. Luego entre las ruinas me continúo hablando del pueblito, y de regreso también. Alojábamos en distintos lugares y nos juntamos a beber en la noche y no paró de hablarme de Coroico.
Al día siguiente arregle un pequeño bolso, deje mi mochila a la señora de la residencial, y partí por una noche a Coroico, atravesando los Andes…

Me quedé 7 noches y podría haberme quedado otras 7 u muchas más. Lejos fue lo más lindo de mi viaje de más de un mes a Bolivia.

8:12 AM  
Blogger Julius said...

Siento un extraño sentimiento al leer tus aventuras tropicales...creo que es ENVIDIA. Y no de la sana, de la otra, que al final sólo hay una.
Pásalo increíble para que tengas mil historias que contar.

Abrazos

JUL.

12:31 PM  
Blogger Huracan said...

Bolivia es un lindo pais, me gustaría un día salir a caminarlo, despacito eso si por la altura.¿Como distingues Quechuas de Aymaras?

9:41 PM  

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