Rodillas victorianas

Es igual, no hay diferencia. Si conservo la pierna en su lugar por un par de segundos más esta será oficialmente una situación embarazosa.

A no ser que la chica en cuestión esté con la cabeza en otra parte y no se haya percatado del roce.

Cuantas veces no hice esto mismo con hombres, la misma estrategia. Alguien atractivo se te sienta al lado, las piernas se chocan y el diálogo no verbal empieza.

Si cedes terreno significa que eres un alfeñique con baja autoestima. Si mantienes la pierna ahí, y la otra pierna no se mueve, se produce un contacto tenso entre las rótulas, que se juntan chismosas con sus amigas Tibia y Peroné para preguntarse "por qué no se mueve?".

Esta vez en cambio se trataba de una pierna de mujer joven, depilada y delgada, objetivamente atractiva. La pregunta ya estaba en el aire. Y el gallito de las piernas había instalado una sutil tensión sexual en la tercera fila de asientos del lado izquierdo de la 235. Micro amarilla y veloz, en Transantiago no pasan estas cosas. Con tan pocos asientos los jóvenes educados no tenemos más opción que irnos de pie.

Había sido un día caluroso, como lo evidenciaba su falda y mi pantalón capri de tela delgada (4 tólars en el mercado de Ljubliana). Pero ya era la hora en que el sol desciende y la temperatura es grata. Un par de horas antes y nuestras rodillas habrían empezado a sudar arruinando gran parte del encanto del contacto furtivo.

Qué me está pasando? Es una mujer, por Dios! Que clase de pervertido soy?, debería mover la pierna, pero por qué mejor no la mueve ella? estas mujeres de hoy se creen que pueden hacer cualquier cosa. Hay que resistir, basta de que nos pasen a llevar.

Que no se note que estoy incómodo, que parezca que no le doy importancia. Saco del bolso un libro, la biografia de la reina Victoria por Lytton Strachey. Noto que de reojo la ninfómana desliza su mirada sobre las páginas.

"La Reina se siente agradecida a la Providencia", terminaba su majestad de responder a la indiscreción de la baronesa de Lezhen, "por haberle permitido unirse a un Príncipe tan grande, noble y excelente"

Ups.

Doy vuelta la cabeza y tal como pensaba, estaba leyendo. Se pone colorada y pretende que nada ha pasado. Pero la pierna sigue ahí. Hemos llegado a un punto es que separar las piernas sería mucho más comprometedor que mantenerlas juntas. Es bonita ella, tiene un aire a actriz británica. Emily Mortimer o Emily Watson. Con la picardía de Shirley Henderson. Si estuviera en Londres ya le habría hecho el comentario, sin importar adonde me condujese.

Una muchedumbre se agolpa afuera de un bar con TV Sky, los dos estiramos el cuello para tratar de entender qué sucede. ¿Se jugaba un partido hoy? Si se tratara de un hombre, esa sería la línea ideal para romper el hielo. Y luego si me dice que no le gusta el fútbol ya estamos dados. Vaya, tiene un largo cuello la niña esta, desprende un agradable aroma.

This is awkward. Esto es incómodo. He quedado en evidencia como un muchacho que lee en la micro libros de historia monárquica en vez de ver fútbol con los amigotes. Estamos en Chile y eso me deja en un pie similar al de Alberto de Sajonia y Coburgo-Gotha.

Somos ya casi los únicos pasajeros que vamos quedando. Esto ya casi constituye acoso.

Tengo susto. Qué querrá conmigo esta señorita?