Please Kill Me

Cuando uno dispone de tanto tiempo libre como yo tiene tiempo para cranear teorías fabulosamente estúpidas que justifiquen todo lo que está (o no está) pasando con la propia vida.

En una de esas la culpa la tienen mis amigos.

Me explico, en la universidad hice amistad con chicos y chicas provenientes no precisamente de liceos de Conchalí, esos eran pocos en Bacillerato PUC, y los pocos que habían eran tímidos y suspicaces.
Suspicaces en especial conmigo, que esto de salir de un liceo de Las Condes es lo más ambiguo que existe. Es como salir de un colegio inglés de Puente Alto.
Yo me hice amigo de los otros, me hice amigo a conciencia de los egresados del Grange, el Santiago College, el Saint George y el Villa María, por nombrar unos pocos. Los chicos de estos colegios eran más interesantes, sabían más, habían leído más, viajado más, eran más tolerantes y tenían mejor aspecto (valga el alcance que todos tenían como característica común un ligero desprecio a sus ex colegios y a su privilegios de familia, de no haber sido así lo más seguro es que no me hubieran aceptado dentro del grupo, a mí y a otros como yo).

Así que en la universidad lo pasé muy bien, estaba con quien tenía que estar, participé de las conversaciones más interesantes y miraba en menos al resto.

Corte al mundo laboral. Los amigos de colegios elitistas están bien asesorados y se insertan sin problema en el medio. Los chicos de colegios no elitistas han ido preparando su estrategia todo el rato y se insertan también, de lo más bien, aunque con una cuota mayor de esfuerzo.

Y uno, uno que no es ni chicha ni limonada? Uno que no está bien asesorado y que es dado a desoir los buenos consejos que los demás aprovechan?

Straight to nowhere

Heme aquí entonces. Anfibio y homeless.

Esa es la parte 1 de la teoría, pero hay otra.

Ahora mis amigos de colegios de elite trabajan y son independientes y viven su sueño de ser parte de la sociedad trabajadora, el sueño de no tener nana, el sueño de vivir en barrios céntricos y pasar pellejerías de fin de mes.

Mis compañeros de liceos de provincia ahora ya empiezan a afirmarse, se visten mejor, se permiten viajar, tienen celulares de último modelo y van a restoranes.

Los unos ganan en integridad y los otros se hacen competitivos.

Y yo? yo también estoy cumpliendo mi sueño. Ahora es como si yo fuera miembro de un colegio de elite en que no se usa uniforme, las clases son optativas y se evalúa en base a las visitas de mi blog. Tengo tiempo para estar enterado de todo y ser un buen conversador en las fiestas de mis amigos. Me cuelgo de su afición abajista, de su desprecio por el arribismo y el consumismo, me cuelgo de sus dilemas existenciales, de sus problemas encontrando pareja, de sus críticas al sistema.

Pero yo no soy parte, vivo en una burbuja. Soy el anticiudadano. Desclasado. Vivo la vida de un niño down, a costa de la caridad de mi familia. Pero no soy down, ellos al menos trabajan en el Parque Arauco limpiando mesas.

Así y todo, in a very sick way, estoy contento con mi vida y mis intenciones de cambiar se hunden en el fango de la autorrealización a través de la pereza.

Please kill me

Haga usted el favor de asesinarme

("Please kill me" se llama un libro sobre la historia del movimiento Punk, lo quiero, está en Amazon. Se lo voy a pedir al viejito pascuero.)

(Total, vivo en el mundo de Bilz y Pap, tal vez Santa exista y me lo traiga.)