El bien no hace ruido

Vengo de dar el primero de los tests psicológicos y tengo la cabeza hecha un lío. Es que igual agota responder doscientas preguntas de alternativas capciosas aparentemente desprovistas de sentido, (pero que sabemos están ahí por algo).

He estado intentando escribir un post sobre ayer, que fui con M y R a la Quinta Normal y a la exposición de Fluxus, pero ya casi estoy a punto de tirar la toalla.

Así que me digo, si no puedo escribir un post derivativo y banal como siempre, al menos podría escribir unas capsulitas. Cosas que vi y que me llamaron la atención.

Este no es tanto un post como la punta de la alfombra que la empleada de aseo levanta para barrer el polvo debajo.

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Un teenager borracho que a pleno día en Providencia hurga entre la basura hasta que encuentra una botella de pisco Capel, la eleva al cielo, que consagra su líquido brillante y luego de tomar un trago la vuelve a ocultar donde estaba. Es primer día de primavera que salgo con chalas y me toca contemplar un sacramento dionisíaco. No hay feligreses, sólo palomas.

A una paloma le cuelga un huevo. Igual que a Cristián García-Huidobro en el Desjueves. la paloma intenta sacárselo pero el huevo lo tiene pegado a la cloaca. Mala idea, cagarse sobre un huevo. Son sucias las palomas. Mi cacatúa no hace eso. Ella se caga sobre la nueva constitución.

En la Quinta Normal se arriendan una bicicletas artesanales con look de formula 1, se llaman bici-harleys. 500 pesos los 15 minutos, y puedes dar vueltas por toda la quinta, y no hay guardias como en Sans-Souci, que te salgan persiguiendo por exceso de velocidad.

Hay una exposición de Fluxus en el Museo de Arte Contemporáneo, pero el verdadero espíritu Fluxus (que tiene un poco que ver con lo lúdico, y lo cotidiano, y es medio dadaísta/surrealista y tampoco vale la pena analizarlo demasiado) se encuentra en el muy decadente Museo de Historia Natural.
Ahí pueden ustedes encontrar en la vitrina que explica los males de la contaminación, un envoltorio de super 8 y una botella de Bilz con un conchito de Bilz (circa 1992) adentro. Basura reciclada Fluxus. Y al lado un conjunto de postales, en una de ellas se lee "menos mal que me fui de ese pequeñísimo país donde no se puede hacer nada(Chile)". Y un telefono de disco con sólo 8 números y uno trata de encontrarle sentido a estos objetos que y no es fácil. Corona la exhibición una frase referida a la contaminación acústica cuya sabiduría me supera.

"El bien no hace ruido"

En la Quinta Normal había mucho ruido, pero no parecía del tipo malvado. Y yo he estado escuchando música minimalista: Brian Eno y Arvo Pärt (estonio, hizo el tema principal de la película "Gerry" de Gus van Sant). Me pregunto qué dirá eso de mí como persona. Maldito test psicológico, me dejó hecho un amasijo de Dawson Leary y Ally McBeal. Necesito un polvo, necesito un porro, necesito una ducha fría, no tengo nada que hacer, tengo demasiadas cosas que hacer, here I go volviéndome bipolar. AAAAAaahhhhhhhhhhhh!!!

"El bien no hace ruido"

Respirar, expirar. Tal vez debería hacer caso a esa frase (hacer caos a esa frase, fue el resultado de mi primera tipeada, go figure, Freud), y hacer voto de silencio por mientras me adapto a la primavera, a la presencia de polen y cannabis en el aire. A las alternativas capciosas y a los dioses callejeros.