Por qué no me preocupa tanto lo que pasa en Francia

Ya son 11 días de levantamientos populares y quema de vehículos, al menos mil cuatrocientos hasta la noche del domingo, van 30 policías heridos. Y se trata de Francia, un país con un historial de levantamientos populares que no se detienen hasta que los protestantes se salen con la suya.

Dirán, en mayo del 68 los estudiantes no ganaron. Pero sí ganaron los obreros, las largas vacaciones y la reducción de la jornada laboral se lograron en esa oportunidad.

Y entonces, a qué atenerse?

Se me ocurre que los franceses que votaron por el ultraderechista Le Pen en las elecciones pasadas ahora deben pensar que Francia está a un paso del fin. Como Estados Unidos en los 70's, cuando Charles Manson se obsesionó con la canción "Helter Skelter" de Los Beatles que según él pregonaba una inminente guerra racial. Seguro se imaginan una nueva Noche de San Bartolomé, con todos los musulmanes franceses degollando a los "infieles", revirtiendo el destino que fijó Carlos Martel en la batalla de Poitiers en 732, cuando derrotó al ejército islámico preservando así el cristianismo en Europa.

No, si la historia de Francia da para mucho.

Pero yo no tengo miedo. Que genial poder decir que estuve en Paris y conocí en persona a muchos de esos jóvenes de los suburbios, jóvenes de la nueva Francia multicultural. Me acuerdo con cariño de Fussi, el atleta tullido musulmán de Marsella, con quien discutimos de religión las 3 horas que pasamos juntos en el pasto del Trocadero esperando los fuegos artificiales de la Torre Eiffel. Y de Wahav, argelino gay pacseado (es decir, casado) con un francés. Y que me invitó a dormir en su casa esa misma noche cuando yo no tenía donde ir. Y su amigo hétero Jean-Baptiste, un vasco francés, y los muy gentiles antillanos del sauna de la rue des bons garçons, en especial el marino de Guadalupe. Y los jovencísimos fumadores de pitos en San Michel, que por conversar con ellos me terminó registrando la policia francesa. La gentil policía francesa, debo agregar. (Ojo que los jovencísimos fumadores de pitos no opinaron lo mismo al decirme un "Bienvenido a Francia" cargado de ironía) Y no me puedo olvidar de Minh-Sehn, el psicólogo vietnamita del barrio de la Ópera. Ni de Romain y Thierry, que me dieron sus números de teléfono..

Tal vez mi experiencia estuvo teñida por esa protección especial que me acompañó todo el viaje, pero ahora no puedo dejar de pensar que los franceses que conocí eran ellos, multiculturales, enemigos de Le Pen, "escoria" según el ministro del interior Nicolás Sarkozy. Muchos países han recomendado a sus nacionales no viajar a Francia en estos momentos, pero yo no tendría miedo de estar allá.

Visto bien, qué han hecho en estos 11 días los manifestantes? Destruir autos, autos que muchos están asegurados, autos que muchos deben ser de origen francés. No es un alzamiento bárbaro, sino dirigido. Que se jodan las compañías de seguros (que están nadando en dinero fácil), y que se jodan las automotrices ("que no nos emplean porque nos llamamos Mohammed o Abdelaoui")

Y claro, que se joda Sarkozy, que esto no termina hasta que su cabeza ruede por el piso (figurativamente, claro).

Me tranquiliza leer que víctimas humanas no hay, o que al menos no hay ninguna intención de los manifestantes en ese sentido todavía. Y confío en que no las haya. (Ups, hace 45 minutos me entero acaba de producirse la primera víctima, supongo que ahora sí le empezarán a dar más atención al asunto en los medios chilenos)

Me tranquiliza leer que uno de los líderes musulmanes del país proclamó una fatwa contra los involucrados en estos actos de violencia. Me tranquiliza porque eso demuestra que no hay fanatismo religioso detrás de esto. Y confío en que no lo haya.

Ok, es mentira que no me preocupe este asunto. De ser así no estaría escribiendo este post y no me habría pasado parte de la mañana leyendo todo lo que he podido encontrar en internet.

Básicamente, quiero mandar un saludo a mis amigos franceses, de todos colores, de religiones varias, únicos y distintos y valientes. Que no están haciendo ahora nada que antes no se haya hecho en ese país, y que no haya sido necesario. Y hay que estar atentos porque si algo saben exportar bien los franceses son sus crisis políticas. Mientras los pobres de Estados Unidos y el mundo se anestesian viendo mala TV (o buena TV, jajjaja, como yo), los franceses salen a la calle a protestar.

Pero cuidado, que son más votos para Le Pen. Y menos turismo. Y la industria automotriz francesa quizás cómo lo encaja esto Y las aseguradoras?, de que nacionalidad son?

Espero no pecar de optimista, evidentemente este es un tema mucho más complejo, por eso me gusta hacer comentarios un poco irresponsables, para llamar a otros comentarios más sensatos.

Si os dan ganas de leer un buen artículo sobre el tema, recomiendo éste.

Extra: Mathieu Kassovitz, el director de "El odio", una película que mostraba en 1995 lo mismo que las noticias ahora, opina sobre el tema en su blog, donde básicamente denuncia la ambición desmedida y la falta de tacto de Nicolás Sarkozy, a quien califica de "irresponsable proyecto de Napoleón" a la vez que declara que le es difícil no apoyar a los manifestantes.

(Kassovitz es conocido también por interpretar a Nino Quincampoix, el enamorado de Amelie Poulain)