Días en que dan ganas de estar vivo

Como a muchos me afectó la noticia del extravío, búsqueda, hallazgo de cadáver en el Mapocho y confirmación de la tesis del suicidio de Santiago Errázuriz. No cuesta mucho pensar que yo podría haber seguido el mismo camino, de no haber ido a Europa. El río Mapocho corre tan portentoso en primavera, y la vida a veces se hace tan imposible de agarrar, que se suelta.

Yo cambié mi discurso, ahora ya no digo "me gustaría morirme". Lo he cambiado por un "me voy a mandar cambiar a Europa". Que se vienen más alzamientos de inmigrantes discriminados? Pues qué entretenido!! Eso puede asustar a un gringo, pero ciertamente no a un latinoamericano.

Pero todo parece tan lejano. Santiago en primavera puede ser una ciudad maravillosa y este domingo, después de leer la prensa y chatear con un puñado de gays solitarios y estupendos (somos un desperdicio en realidad), me empecé a sentir mal de tanto enterarme de las vidas de mis amigos, imperfectas pero propias, destacando contra el perfecto protectorado familiar al que vivo sometido. Necesitaba salir a caminar, necesitaba hacer algo.


*Anoche había ido a una fiesta en el Club Miel con Raimundo, estaba lleno de "héteros-bi", como diría la eufemista DJ Electra, que también estaba presente. Mucha cara conocida de gaydar, pero pocas caras conocidas de verdad. Mucho ambiente. Me pareció ver a un compañero de la U, que siempre despertó mis muy entusiastas sospechas, me acerqué a saludarle pero me dijo que me estaba equivocando de persona. La cara se me hacía demasiado conocida...al final resultó ser un actor de teleseries, ya sabía yo que lo conocía de algún lado.
Pero no pasó nada, todos guapos y absortos en sí mismos (y yo en una pose similar), el segundo piso tenía temas más pop que es entretenido bailarlos aunque sea solo, me encontré con un conocido (esta vez sí no le erré) que para variar, chato con el país, me anunciaba que se iba a Francia y para celebrar me invitaba una piscola. Primera vez en harto tiempo que voy a una fiesta con ganas de ligar, sintiendome atractivo y objetivamente despertando miradas, me dijeron "que bonita la polera", Yengelen Langalang galang galanga, pero no pasó nada, es que también yo me he ido poniendo más exigente.

Aún así, y como le decía a José Luis, uno de mis amigos solitarios estupendos (en Navarra planeando viaje a Rapa Nui), la fiesta fue un completo derroche de recursos orgiásticos (y laborales, mi único diálogo con Sebastián Arrau fue "tienes reloj?", considerando que se trata del guionista de las teleseries del 13 podría haber optado por una línea más interesante, pero era ya muy tarde y yo en verdad necesitaba que alguien me dijera la hora.

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Volviendo al domingo, con poco sueño ejecutado y muchas ganas de aprovechar el tiempo haciendo cosas, pensé ir a ver "5x2", el más reciente estreno de François Ozon en Chile. Pero había leído por ahí que es su peor película, entonces me decidí mejor no contaminar mi admiración y guardarme para "Le temps qui reste", cuando llegue.

Opción 2, aprovechar a la familia. Se me ocurre un panorama alternativo y le propongo a mi hermano que me acompañe. Se lo digo sólo una vez, "no te voy a insistir, si no quieres, no hay atado". Pero mi hermano ya corre rumbo a la pieza a calzarse las zapatillas. Pobre, se aburre mucho más que yo los fomingos.

Una hora de pie en Transantiago cuncuna, qué les costaba poner de esos asientos desplegables? Nos bajamos en el metro Pedro de Valdivia y por Sótero Sanz llegamos al flamante Museo de Arte HispanoAmericano (MAHA) en la Costanera.

Impresionante el MAHA, una casona de 3 pisos más subterráneo con obras de Matta, Diego Rivera, Frida Kahlo, Dalí, Picasso, Goya, Velázquez, Lam, Guayasamín, Siqueiros, Botero, Pollock, Basquiat y Haring. Así como otros artistas menos conocidos pero que dejan muy bien representados a Perú, Venezuela y Uruguay. Una colección privada asombrosa que al fin deja a Santiago al nivel que le corresponde. Somos casi los únicos visitantes y aunque el museo cierra a las cinco, nos permiten quedarnos media hora más para poder recorrerlo entero. Los guardias están orgullosos de lo que cuidan y nos preguntan si nos ha gustado la exhibición, es cierto que muchos autores están representados con obras muy menores, pero aún así, este museo es una joya. Y nadie se entera que existe. Lo mismo que el museo Ralli en Vitacura. Voy a tener que escribir urgente una recomendación en Saborizante.

Luego de eso nos vamos caminando por el Parque Uruguay, con gente que nos adelanta en bicicleta, cruzamos uno de los nuevos puentes sobre el Mapocho y llegamos a los canales de TV, donde me encuentro con un compañero de universidad, periodista de Megavisión que (era de figurarse), me alega que está mala la cosa, que lo explotan, le pagan mal y que quiere hacer un viaje a Europa como el que yo hice.

Hablando del viaje aquel, mi hermano no para de hacerme preguntas absurdas. Me reta por no haber ido a lugares tan improbables como Zaragoza o Minsk. Me dice que pobrecitos italianos que su comida no es original y se la come en todo el mundo, a diferencia de la comida chilena, tan única. Me pregunta si las micros son iguales en Europa, si las palomas son iguales en Europa, si la cultura es en verdad tan rica en Alemania como cantaban Los Prisioneros. Y no para, no parece tan interesado en mis respuestas como en sus preguntas que nunca se acaban.

Luego llegamos a Chucre Manzur, donde en un galpón se realiza una Feria de Nuevas Tendencias. Mi hermano es el único niño presente, toda la gente tiene look arty, Santiago se está moviendo, este fin de semana, o sea, el viernes fue Creamfields, el sábado hubo tocata gratis de Makiza y CHC en el Parque Bicentenario, la fiesta Playboys de anoche, hay nuevos músicos, nuevas ideas, nuevas propuestas, me siento optimista aunque todavía no me de como para sentirme parte. No compramos nada, pero a mi hermano le regalan un llavero PEZ.

Y bajamos por la casa de Neruda hasta el zoológico y Pío Nono con la feria artesanal, luego cortamos por el Parque Forestal hasta el Emporio la Rosa donde disfrutamos de un exquisito helado artesanal de Chocolate Pepperonccino (picante).

La entrada al MAHA: $1.000 (adulto) + $500 (niño), el helado del Emporio: $500, mi hermano admitidamente feliz y por fin callado mientras un extraño gusto a pimienta intrusea en nuestros paladares en la micro de vuelta a casa: no tiene precio.