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Barro a Secas: Te amoh a rompel toos los güesoh

Friday, May 12, 2006

Te amoh a rompel toos los güesoh

Me trato de hacer una lista mental, con las razones por las cuales tiene sentido irse de Chile en un periodo tan glorioso para nuestra economía, la edad dorada del cobre.

Leí hoy que estamos asegurados hasta el 2009 con un precio altísimo que hace pensar en la también dorada época del salitre, cuando se construyó el Museo de Bellas Artes, la Biblioteca Nacional y la Estación Central.

Anoto pues en la lista que así como van las cosas, el 2009 Santiago colapsará bajo la nube de smog, algo que igual ya han anunciado hace mucho tiempo, pero me afecta porque significa que si me quedo seguiré encontrando excusas para no salir a trotar y hacer ejercicio.

Anoto en la lista también que tenemos bandas neonazis armadas de machetes infiltradas en el ejército. Nacionalsocialistas chilenos que se tatúan el escudo patrio en la espalda, gente enferma.

Y eso me afecta de manera personal porque... bueno, precisamente tengo una historia.

Era la primavera del año noventa y pico, digamos 1999, por decir. Yo era un ingenuo estudiante de periodismo preocupado por sacar buenas notas en taller. Taller me gustaba, era entretenido proponer temas en la pauta y tratar de agendarse algo entretenido. Soledad Onetto era una de nuestras ayudantes, ella era muy comprensiva cuando le sugeríamos que en vez de ir a cubrir la cena anual de los presidentes de AFPs, nos anotáramos con una nota radial sobre el inicio de la temporada de ski.

Ahora recuerdo mejor, Pinochet estaba arrestado en Londres. Recuerdo que una compañera hija de una periodista famosa viajó a Europa y lo fue a visitar, a Virginia Waters. Estudiar en la Católica era así, se obtenían mejores cuñas de los compañeros de curso que de los involucrados, bueno, igual es así casi siempre.

Pinochet estaba arrestado y yo me anoté para ir al acto que habría en la Fundación Pinochet en homenaje por su cumpleaños. No, no se me ocurrió ir por si acaso había torta, dije que era ingenuo, pero nunca tanto.

Tal vez sí había torta, pero cuando yo llegué ya no quedaba ni siquiera un suflito, los invitados eran muchos, pero los colados hacían legión. Un montón de gente rara, viejas cuicas clones de la Paty Maldonado, por ahí tiene que haber andado seguro la mina esta (Marcela Said) que hizo ese documental "I Love Pinochet".

Con una colega de otra universidad nos pusimos a echar tallas respecto de esta fanaticada tan peculiar. Entre ellos destacaba un tipo con barba de militar del siglo pasado, sosteniendo un estandarte. Quisiera poder decir que mi comentario respecto de este sujeto estuvo marcado por una fina ironía de agudo intelecto, pero honestamente mi memoria lo único que me devuelve es un bastante poco memorable "Cacha el gorro freak que lleva el hueón ese".

Un gorro que de freak tal vez no tenía mucho, más allá que todavía no se habían puesto de moda los gorros de hombre, y este más encima se veía muy anticuado, bueno, viejo, es decir, que ya tenía pinta de reliquia, como que lo hubiera sacado de un mercado de pulgas.

Se abrieron las puertas de la Fundación, el vocero hizo las declaraciones, aprovechamos de entrevistar a un par de adherentes y ya estaba pensando en irme cuando en eso un cabrito de unos 17 años me agarra del hombro y me dice algo al oído.

- "Te amoh a rompel toos loh güesoh, hueón conchetumare"

Y yo, claro, plop! Me habrá confundido con un amigo pensé. Pero su mirada de furia parecía no albergar dudas respecto del destinatario de su anunciada muestra de afecto. Miré a mi alrededor, estaba lleno de gente, pero yo estaba solo, los colegas periodistas se habrían ido a otra parte.

- Y esto a qué viene?

- "Te reíste de un símbolo patrio, jetón conchetumare, así que ahora vai a pagar, y ni se tocurra acusarnoh, que ahí si que no la contai en tu casa"

Glup, esto se ponía feo. Sobre todo cuando me cayó el cajón, este cabrito está hablando en plural, y ciertamente, sus amiguitos me observaban desde uno y otro lado, todos con pinta de malandras, chicos de pobla, eso que uno imagina tirandole piedras a los pacos, aquí estaban de mercenarios de la ultraderecha.

Si, mercenarios de la ultraderecha. Mi olfato periodístico estaba bien calibrado y en una situación en que después pensaba "cómo fue que no me meé encima", resultó que hice las sinapsis apropiadas.

Me fui a buscar al cuma que me había amenazado, le dije que me llevara donde su jefe.

Tengo que haber sonado convincente, le dije que a él no le debía más explicaciones, que me llevara donde su jefe, donde el que le ordenó que me amenazara, que a él le convenía, que no sabía en lo que se estaba metiendo.

El cabrito se lo creyó, habrá pensado lo que yo quería que pensara, que yo era hijo de alguien, hidalgo hijodalgo, "hueón cachai que mi viejo es coronel y tú a mí noi me amenazai".

Así fue como me dijo que lo siguiera, y entre la muchedumbre de viejas teñidas sosteniendo carteles de Pinochet, me abrí camino zigzagueando, con las tripas enrolladas en el cogote.

Me dejaron frente al líder, que de la pobla no tenía nada. Este era bien blanquito, alto y musculoso, con pantalones Dockers y zapatos caros. Guapo el torturador más encima.

Le dije entonces que estaba equivocado, que me habían malinterpretado. Que yo no sabía que el gorro aquel tenía implicaciones histórico afectivas para él y su gente. Que si quería culpaba al sistema educacional por sus falencias en historia del vestuario militar (fascista), pero que si él me explicaba el significado de aquel uniforme, yo feliz de informar sobre aquello en mi artículo de prensa.

Lo miré a los ojos, sintiendo que era el momento de mostrar aplomo, pensando en O'Higgins cuando se desgarró la camisa e hizo frente a sus opositores en el Congreso. Un poco dopado tal vez. Quería que él entendiese que estaba tratando con una persona, y que merecía un trato acorde a mi rango de persona. Honestamente, creo que sí me hice un poco de pis en los pantalones.

Funcionó, me dijo que por esta vez me había salvado, que había hecho bien en ir a hablarlo con él, porque sus esbirros ya habían recibido la orden y la habrían ejecutado.

Me di vuelta y me perdí en la muchedumbre, encontré a mi amiga de la otra universidad que me dijo que yo estaba pálido. Le dije que nos fuéramos, recién en la micro le conté lo que había pasado.

Me habrían roto los huesos de verdad? Nunca nadie me ha dado siquiera un combo, siempre fui quitado de bulla. Por esa misma falta de experiencia con los golpes me imagino frágil, imagino que los dientes se afirman apenas en el maxilar y que mi tórax de Papelucho se habría hundido como un alfajor bajo las patadas de la pobla, patadas bien pagadas, de mercenarios.

Neonazis, paramilitares, ultras, siempre van a tener un cierto prestigio entre los idiotas del ocio y el orgullo pisoteado por las circunstancias. Lo que me recuerda que quiero leer a Hannah Arendt, "Los orígenes del totalitarismo".

Más dinero no es automáticamente más trabajo, es más dinero que va los mismos bolsillos de siempre, y el dinero no compra la felicidad, el dinero lo que si compra a un grupo de cabritos en riesgo social que te partirán los huesos a cambio de las monedas pa' comprar pasta base.

Me llega un mensaje a gaydar, es un gringo de unos 50 que dice: ¿porque quieres salir del pais del "milagro éconómico" hacia el pais del "estancamiento económico"?

Mi lista, mi lista, dónde la dejé?

1 Comments:

Blogger Kristian said...

jajajajaaj
a mi me paso algo parecido , pero en el partido comunista, pero tu sabes ke esa gente si es peligrosa y en masa, claro ke si uno rsponde luego se quejan y sufren.

6:56 PM  

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