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Barro a Secas: El juego de las apariencias

Monday, January 30, 2006

El juego de las apariencias

A la distancia, un caluroso saludo a los imagino menudos, morenos y mal pagados sastres de manos diestras de Bangladesh, que confeccionaron mi chaqueta ligera H&M de dos botones, según lo delata la etiqueta.

Por un Londres que despierta trasnochado de las celebraciones del Año nuevo Chino (han iluminado el London Eye de rojo para la ocasión), C deambula y toma fotografías. Es su primera vez en la ciudad que incluso las ballenas no pueden morir sin antes ver.

Yo lo emulo, vestido como un petimetre. Snappy dresser who dashingly sashays into big glassy ant farms. Una corbata celeste estrangula el cuello, y el primer botón de la chaqueta estrangula la corbata, mostrando un talle que despierta envidias y confusiones sexuales, acentuadas tal vez por el primer plano a la bragueta cortesía de Stella McCartney.

Siento que represento la imagen exacta que pretendo dar. Y que muchos peatones creerán al verme que debo tener un trabajo estupendo, con mi bolso Adidas y mi paso decidido, como si me dirigiera a recoger mi Audi estacionado debajo de Guardia Vieja, o a por un refrescante jugo de frutas en Orrego Luco. Pensando en la conformación del Gabinete de Bachelet y en las nominaciones al Oscar.

Despierto miradas y me complace. Con las mujeres no me corto ni les doy vuelta la cara, las veo venir a lo lejos y cuando se acercan sonrío, desenfoco la pupila y hago como si estuviera viendo justo detrás de ellas. A los hombres que se acercan en sentido contrario con lentes oscuros de voyeristas impunes, a ellos no los miro, pero siento sus miradas sobre mí como una brisa fresca. Un taxi se detiene y me da el paso aunque estoy en luz roja, le hago un saludo gentil con la cabeza al cortés conductor, y continúo mi camino.

Quién diría que estoy repartiendo currículum, que quiero trabajar de guía turístico, que me confundo a la hora de tocar el timbre y todo temblereque le digo a la secretaria "Vengo a ofrececer mis servicios, puedo hablablar con el Jejefe de Tráfico?"

Camino raudo como si fuera una breve caminata, de la oficina al casino, del casino al gimnasio y del gimnasio al bar. Cuando en realidad estoy haciendo la ruta completa entre Los Leones y el café Literario para no gastar en micro, voy a renovar mi suscripción con libros, ya que la cuota en dinero está fuera de presupuesto.

El Jefe de Tráfico no me puede recibir, está ocupado en una reunión pero, feliz coincidencia!, hay un empleado desocupado que me toma y me conduce a una oficina aparte donde tomo asiento y me desabrocho por fin el botón. Me pide que le describa qué tipo de ruta es la que yo hago con los turistas, y de qué les hablo. A esta hora se improvisa, improviso pues. Creo que no hago un mal papel, parece que le divierto, pero al salir del edificio no pienso en otra cosa que en el árbol que fue cortado, triturado y procesado hasta convertirse en un papel que pronto será arrugado, otro desperdicio más que obstruirá las alcantarillas de esta ciudad por cuyas calles camino.

Por eso mejor fantaseo con que soy un ejecutivo de una trasnacional ondera con horarios flexibles y que transporta importantes contratos en su bolso.

En eso veo venir a mi reflejo, que gatilla mi propio ego aspiracional y me hace sentir como el farsante que soy. Esos no son lentes de sol comprados en la cuneta, esos zapatos son nuevos, ese es un reloj de verdad y seguro que su celular permite mandar mensajes.

Mi celular recibe un mensaje, yo lo abro emocionado, tal vez me estén citando a una entrevista, pero no, es una promoción Verano Feliz, cargue 30 minutos de llamadas por solo $2700.

Lástima que no me queda dinero suficiente en el celu para comprar esa promoción.

Hago lo que corresponde hacer con el "real petimetre", no lo miro, y al pasar al lado mío puedo sentir su reticencia a mirarme, emboscada tras la música que sale de los audífonos de su I-pod.

Me detengo, pensativo, who am I kidding? A quien intento engañar? Me saco la corbata y los lentes, puedo sentir las gotas de sudor que recorren mi espinazo, miro al tipo a medida se aleja.

Entonces lo inesperado, da vuelta la cabeza y me mira.

Es a mí o es alguien detrás mío? Me doy vuelta, pero no hay nada más que hormiguitas trabajadoras de cabeza gacha.

Con algunos zánganos entre medio, dándose ínfulas y esperando una misión.

1 Comments:

Blogger Unknown said...

no hay nada peor que sentir lo que se siente cuando repartes CV

5:34 PM  

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