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Barro a Secas: Joder con Jodorowsky

Saturday, May 20, 2006

Joder con Jodorowsky

"Junté de mil ingeniosas maneras (entre otras venderme un par de noches a una vieja millonaria) el dinero para comprar un pasaje en un barco italiano, el Andrea Doria, cuarta clase, camarote común de veinte camas, escalopes resecos, vino hecho con agua y polvos, tomates insulsos, rumbo a Francia"
"Fue una forma de suicidio, desaparecer, deshacerme de los nudos emocionales, dejar de ser ese ente nacido de raíces dolorosas, para convertirme en otro, un ego virgen que me permitiera un día, padre y madre de mí mismo, llegar a ser lo que yo quería y no lo que la familia, la sociedad y el país me imponían. Ese 3 de marzo de 1953, a los 24 años, al arrojar mi libreta de direcciones al mar, morí."

"Llegar a París sin hablar francés, con dinero apenas para subsitir treinta días, sin ningún amigo, queriendo triunfar en el teatro, es una locura. El pintor Roberto Matta, con mucho humor, dijo en una ocasión: "Triunfar en París es muy fácil, sólo los primeros cincuenta años son difíciles".

"En esos primeros meses en París terminaron de derrumbarse mis ilusiones. Tuve que ganarme la vida haciendo toda clase de trabajos miserables, como pedir en los apartamentos periódicos viejos para ir a venderlos por kilos a un armenio que surtía a una fábrica de papel, salir a ofrecer en las terrazas de los cafés mis dibujos, pegar sellos en cerros de sobres, empaquetar supositorios contra una epidemia de gripe, etc."



"Lo primero que hice, apenas bajé del tren a las dos de la madrugada, fue llamar a André Breton, cuyo teléfono me sabía de memoria. (En Santiago, el ferviente grupo surrealista La Mandrágora mantenía relaciones epistolares con el poeta, quien estaba casado con una pianista chilena, Elisa, a quien le clavó la tapa del piano, por odio a la música.) Me contestó con una voz pastosa:
- Oui?
- ¿Habla usted español?
- Sí.
- ¿Es usted André breton?
- Sí, ¿Quién es usted?
- Soy Alejandro Jodorowsky y vengo de Chile a salvar al Surrealismo.
- Ah, bueno. ¿Me quiere ver?
- ¡Inmediatamente!
- Ahora no, es muy tarde, ya estoy acostado. venga a mi apartamento mañana a las doce del día.
-¡No, mañana no, ahora!
- Le repito: éstas no son horas para visitas. Venga mañana y con mucho gusto conversaré con usted.
- Un verdadero surrealista no se guía por el reloj. ¡Ahora!
- ¡Mañana!
- ¡Entonces nunca!
E interrumpí la comunicación. Sólo siete años más tarde, acompañado por Fernando Arrabal y Topor, asistí a una de las reuniones que presidía en el café La Promenade de Venus, y tuve el placer de conocerlo..."

Extractos de "La danza de la realidad", 2001, Editorial Siruela

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